Hace unos años, en 2008, escribí lo que sigue a continuación; en una mañana lisérgica.
Cuando me preguntan por que estoy estudiando en la universidad, a veces cito ese día, un poco jodiendo, pero también un poco en serio.
fAb.
MANUSCRITOS LISÉRGICOS
Pensaba hace minutos. Leer. No entiendo la palabra impresa y ahora lo instantáneo, lo manuscrito pierde su significado también. Denigra el verdadero pensamiento, por la limitación de mi vocabulario. Me doy cuenta lo limitado que soy escribiendo. Lo evidente que se hace esa necesidad de ahorrar vocablos y encerrar conceptos en enormes palabras complicadas, pero sucias y manoseadas intelectualmente. Clicheadas.
INSONDABLES ABISMOS INSORTEABLES
Enormes palabras ¡Innominables! ¡Absolutas!
(...)
¿La psicodelia de los 60's como garabato de la era digital? O ¿la era digital expresando vívidamente la psicodelia?
¿Existe la búsqueda de perfección geométrica de manera innata en nuestro cerebro?
¿Soñaban los antiguos con perfecciones rítmicas?
A ver si me puedo expresar...
Explica todo el ritmo, el hueco y la presencia. La nada y la luz. Unos y ceros, para los opuestos. Para entender, nada más hay que mirar una mancha de aceite en el agua y como cada color alberga todos los colores por un simple impulso rítmico exagerado, expandido, vibraciones, golpes, todo es ritmo, presencia y ausencia. Lo que genera y no el infinito.
Un movimiento aparentemente azaroso encierra infinitas perfecciones que danzan y dibujan geometrías elementales. Una imperfección proyectando un haz de luz deriva a través de la repetición y ritmo, belleza perfecta.
Una suma de imperfecciones rítmicas genera perfección geométrica.
Patrón.
Un patrón son imperfecciones multiplicadas de manera rítmica.
Concepto de ritmo.
La previsibilidad.
Sensación de confort al dominar la forma.
Fractales.
El secreto es que no hay diferencias entre la materia y la energía, todo es vibración. Diferentes vibraciones que generan presencia y ausencia.
Como un organismo básico viral geométrico, el pensamiento deja pequeñas representaciones exactas de sí mismo como residuo que rebota finitamente en el vacío del ritmo. Al encontrar el hueco (imperfección) en su mismo camino encadenado de pensamientos como encastres de belleza, el pensamiento hijo, imperfecto por su individualidad, late rítmicamente hasta reproducirse y caer en el casillero que lo alimenta. Peleando matemáticamente por sobrevivir.
La supervivencia no es un instinto propio del organismo viviente sino que es matemática.
El punto lucha por sobrevivir y existe.
No porque el punto lo desee, sino que la existencia y supervivencia de ese punto, de ese haz de luz y su reproducción y transformación puede ser deducida matemáticamente, independientemente de el grado de conciencia sobre sí mismo que ese punto posea.
El animal no quiere reproducirse, se reproduce.
La perfección y la belleza son ecuaciones resultantes de imperfecciones. Ecuaciones meramente matemáticas.
La belleza del ser humano y su capacidad de autoevaluarse no es resultado de un milagro sino de la matemática. La perfección latiendo rítmicamente y proyectada al infinito al caer en un hueco imperfecto.
Una canica rueda sobre algo recto hasta que la imperfección determina lo perfecto de su individualidad, ahí se desvía multiplicando su caos por el símbolo del error. La canica busca la regularidad, su instinto matemático. La humanidad persigue la perfección de lo recto, lo simple. La uniformidad nos lleva al blanco. La suma de los colores luz. Una cucharada de chocolate no sabe si quiere ser leche, sin embargo girará hasta perder su forma. No había destino, había física.
La complejidad hermosa de lo imperfecto nos lleva a una reproducción sin fin de conceptos y nadas como un virus.
El humano es virus y huésped que se agota en su propia representación. Complejidad tan inconcebible que debe ser catalogada y dividida sin sentido, creando nuevas representaciones de si mismas que al latir rítmicamente generan la perfección.
O la existencia.
La era digital lo representa todo.
La síntesis.
Lo malo como 0 y lo bueno como 1.
Alejándose infinitamente del concepto de recompensa y castigo hasta volver a encontrarlo en la infinidad.
El ritmo del error
La nada no existe sin la existencia.
Por lo tanto el 1 y el 0 son el mismo número, o sea, no es que el 1 sea el 0 y viceversa sino que son inseparables. El 0 no existe sin el 1 ni el 1 sin el 0.
Descansamos cómodamente en la perfección de lo regular, nuestro destino, ser regular. Ser leche chocolatada, ni chocolate ni leche.
Luchamos por no transformarnos así como la inercia hace que el polvo se resista a ser leche.
No está ni bien ni mal relajarse a la uniformidad, bien y mal mueren a este papel. Todo es calculado matemáticamente. La complejidad de la auto percepción es el mismo error que determina nuestro destino y se detiene al agotarse la ecuación y dividirse infinitamente la figura.
El blanco y la nada son el deseo matemático inconsciente que nos conduce a un único destino: la existencia.
Una guerra entre el 1 y el 0 en la que no tiene sentido tomar partido. Al tropezar con el error de la conciencia de la nada y lo errático perfecto de la existencia la paradoja se reproduce hacia el infinito.
Una cámara de video apuntando a su monitor.
El blanco.
La matemática nos representa no de modo esotérico sino básico. Representaciones perfectas ínfimas exactas que se auto generan hasta crearse a escalas superiores infinitamente por lo cual un micro universo es la exacta representación del macro universo y la existencia es el error. Sin error la uniformidad nos llevaría al blanco. El error construye la complejidad emergente, divisible por su réplica a escala.
Sin grumos la masa es masa infinitamente imposible.
La perfección no puede ser explicada a través de su propia complejidad sino en la básica simpleza de una imperfección multiplicada rítmicamente por su propio instinto matemático de supervivencia (luz, vibración).
La luz y la vibración son la simpleza que explica la perfección.
("Nada" que late).