1/2/05
Ángeles Sebastianos amenorrean su marcha,
desplegando el plumaje de competencia.
Tan caníbal que en sus ojos perfectos
flota una culpa sin culpa,
el destino.
Y a veces esos ruegos pasivos llegan,
no a dar frutos, sino a fermentar
frágiles, putos.
Pero perdóname si menstruo,
mi ovario natalicio único
cartonea en los suburbios del alma
para vernos felices y en su marcha
el trote del galopeo funesto vaporea
odas en su polvo plantareo bum bum,
deja tuertos bichitos de miles de ojos
la nube de golpes fósiles disímiles a las alas
Sebastianas que cual desfile de brisas adornan
ciegas caravanas de fertilidad.
Yámana
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4 Lupe abría la heladera cada cinco minutos para cerciorarse de que la
media docena de huevos siguiera ahí, en la esquina del estante, esperando a
ser l...
Hace 5 años
1 comentario:
y vamos por más, te perdono...
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