Erotica Muda

Ella parecía una rareza botánica,
pomposa amapola de tul y carne, canutillos, lentejuelas cuando
apareció desde atrás del biombo, se preparaban las luces, reflectores, proyectores
mientras apretaba fuerte el micrófono
modo infantil/sexual
se convulsionaba,
moverse
ciertas
actrices.
Uno de esos clásicos sintetizados que tienen pre seteados los juguetes musicales
tecladito japonés de esos
de juguete de brillantes colores,
estados
sin extrañeza
ni placer
ni disgusto
donde disparo algo
como el lago
siguiendo desarmonizadamente la melodía.
Nos sentamos cerquita y a lo indiecito
como que
la 'obrita' de teatro que llega a la sociedad de fomento
nos llevaban a ver,
azulejos fríos con la cabeza apoyada en las manitos,
mi cuerpo se acordaba en silencio
de esos días perfumados con Pinolux
el jardín de infantes
se estaba sacando los pétalos
el vestido rosa caía a un costado,
corsé,
mínimas prendas de vedette.
Como un ave-flor paseando sus alas y sus lamentos exóticos de la selva,
flor que canta los disonantes sonidos vegetales que no existen,
segregando lentamente los neuroquímicos
en exhibición.
Los grititos tomaban forma de poesía,
la luz parpadeante
hacia que el baile de esa mujer
una película erótica muda
o lo que ven tus propios ojos girando del éxtasis
en un orgasmo.
De reojo los ojos
de artista
que va rebotando ida y vuelta
se desnudo de la crisálida de la peluca,
la música
tomaba cada vez mas triste
mi principio de erección,
melancolía desgarrante,
impredecibilidad de los caminos vibrantes
de esa garganta
encapsulada
en la reverberancia del parlante.
Nuestra mirada hacia que esa voz temblara
más. >