Toda una evolución de millones de años se ha tardado para lograr un acuerdo y conformar en armonía relativa este país, la tierra de Yo, o “Yoland”. Bendita ficción, patria celular, nación molecular nacida del orden en la anarquía ¡Que complicada mitocracia es el yo! Su prehistoria está en las nómades bacterias que formaban sus fortalezas químicas feudales, mitocondrias sometidas a castillos celulares, órganos y sus posteriores sistemas viviendo en comunidades pacíficas para beneficio de sus propios genes.
La organización burocrática necesitó generar consenso; se necesitó educar a las colonias celulares soberanas para aplacar exitosamente tantas subversiones peligrosas. El gobierno cerebral creo una nación plagada de símbolos unificadores que reemplazaran su evidente acefalia, una patria mitocrática llamada “Yoland” inseparable de su gran deidad que a pesar de su inexistencia sintetiza los valores que llevan este país adelante, el dios “Yo”, producción colectiva del conjunto de neuronas.
Engañados sin engaño sobreviven y luchan por su bandera la mayoría de los seres humanos. La incapacidad de poder espiar en la sala real para ver el trono vacío es, paradójicamente, su mismísima fuerza. Pues el premio silencioso delata la inexistencia de todo ente proveedor de recompensa. No hay quien nos espere con la corona de flores y la copa al final de la carrera, no, el premio -si cabe llamarlo así- no es más que generar replicas de Yoland, colonias. El que obtenga placer de tal resultado, tendrá una herramienta extra; el que no, colonizará de todas maneras, sin placer, por ciego mandato de otras células burócratas, o no lo hará, ¿a quién le importa?
Yámana
-
4 Lupe abría la heladera cada cinco minutos para cerciorarse de que la
media docena de huevos siguiera ahí, en la esquina del estante, esperando a
ser l...
Hace 5 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario